Podcast sobre Biografia Humana

Podcast sobre Biografia Humana

Magda, Montse y Sofía

Nos atrevemos a ampliar la mirada sobre nuestras vidas, presente y pasada. A entender lo que fuimos, a reconocer en qué nos hemos construido, como nos relacionamos con los demás, qué rol tenemos en nuestra familia y desde dónde actuamos. Registrar lo que hoy nos hace sentir incómodos y nuestros deseos genuinos. Desplegar nuestros talentos, nuestro ser auténtico. Por mucho tiempo fuimos lo que hemos podido, ahora es hora de ser lo que queremos!

Categorias: Ciencia y medicina

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Somos lo que comemos La nutrición está íntimamente relacionada con la madre. Mamá nos tiene que dar el pecho, pero muchas veces eso no se produce y no se respetan los ritmos del bebé, entonces van apareciendo problemas relacionadas con la alimentación. El alimento no es sólo físico, es emocional y espiritual. Si es así hay equilibrio y fusión mamá/bebé, si no, aparecen los problemas. Hablamos de respetar los ritmos de los niños, pero no lo hacemos, queremos que coman cuando nosotros comemos, no cuando ellos lo necesitan de verdad. Los reñimos si no comen, no les damos el pecho cuando lo necesitan. Es muy diferente dar el pecho cuando estamos tranquilas que cuando estamos enfadadas. De ahí viene la expresión “tener mala leche” que se remonta a la antigua creencia de que la leche con que se amamantaba influía en el carácter de la persona. Hablamos también de la leche de vaca, un bebé es un mamífero y como tal tiene que alimentarse de leche de su mamá, no de la de otro mamífero. Constatamos como nos desaniman al primer obstáculo con la lactancia y nos proponen enseguida el biberón de leche de vaca. Animamos a las mamás a dar el pecho al bebé el tiempo que necesite y así ir fusionándonos emocionalmente. Hablamos de los beneficios de la leche materna y también de los inconvenientes de las leches de vaca, los azúcares, y de las harinas refinadas que a la larga dañan nuestro intestino. Cuando somos bebés nuestro aparato digestivo se está desarrollando y nuestro organismo está muy limpio. Cualquier cosa que se introduzca puede dar problemas. Sofía explica la anécdota de su hijo que comió una magdalena industrial y la vomitó al cabo de un rato. De adultos lo hacemos también aunque lo que pasa es que nuestros niveles de toxicidad son muy altos y no somos tan sensibles a según qué cosas. Lo notamos cuando dejamos de tomar lácticos, trigo y azúcares, porque luego si los tomamos nos sentimos mal. Sofía tiene dolores de barriga cuando lo hace. Jordi comenta que a veces se hace una comida especial de fiesta en la que te dan de comer cosas a las que no estás acostumbrado y luego estás fatal. Tienes diarreas impresionantes, porque se digiere mal, no porque esté mala la comida sino porque el cuerpo no está acostumbrado. Refiriéndose a la toxicidad Montse pone el ejemplo de una gota de tinta en un vaso de agua cristalina que se nota enseguida, en cambio una gota de tinta en agua turbia ni se nota. Si nos alimentamos bien, con productos del tiempo, el cuerpo está más sensible, si comemos cualquier cosa, pasa como con el agua turbia y la tinta. Estamos acostumbramos a comer mal, hasta que el cuerpo enferma. La mala comida nos altera el nivel energético del cuerpo. Sofía recoge lo que dijo Jordi de esas comilonas acompañadas de un exceso de vino y pastel de postres, luego te quedas con ganas de echarte la siesta durante 4 horas. El organismo tarda mucho en digerir toda esa mezcla. Consume mucha energía hacer ese tipo de digestiones. También con los azúcares. Los niños desayunan galletas con leche, azúcar puro, con panes de harinas muy refinadas, y le da un subidón energético, salen saltando de casa, pero luego les viene el bajón. Luego nos quejamos de los niños hiperactivos, pero ¿qué es lo que les damos de comer a primera hora? Luego están los comedores escolares que si no les gusta la comida la esconden donde la monitora no la vea y llega la hora de la merienda y tienen un hambre tremendo. Y les damos de nuevo galletas, bollería industrial, todo tipo de pastas, zumitos que tienen una cantidad de azúcar impresionante. ¿Dónde han quedado los bocadillos de mortadela? Pregunta Jordi, Sofía contesta que el pan con el que los hacemos no es el de antes, ya que es difícil encontrar un buen que no contenga harinas muy refinadas. Pero siempre es mejor eso que la bollería industrial, dice Jordi y es cierto. Llega la hora de cenar y los niños están llenos. Muchos comen en la merienda “chuches” que es azúcar puro y al llegar la hora de la cena casi no comen. El 20% de la alimentación de los niños es puro azúcar y esto afecta a nivel de desarrollo neurológico y energético. Luego nos quejamos de las intolerancias, del TDH (trastorno de déficit de atención por hiperactividad), alergias de piel, enfermedades respiratorias, Sofía dice que no leemos las etiquetas de los alimentos que comemos y no vemos la cantidad de cosas raras que hay en los alimentos. Dice Jordi “¿si no tenemos tiempo para hacer la comida, como vamos a leer las etiquetas de los alimentos que compramos?”, Montse responde “Comemos en relación al nivel de conciencia que tenemos.” Según la medicina china los alimentos muy azucarados son muy Yin, y los salados Yang. Todo lo que es Yin es más cremoso, fluido, blanco, tiene a ver con las mucosidades. Luego nos quejamos de que hay muchas enfermedades respiratorias que antes no estaban. Y es que la propaganda va a favor de que creamos que la leche de vaca es la panacea para nuestros hijos que así serán altos y fuertes. Tenemos la idea de que el calcio está en la leche de vaca, cuando hay mucho más calcio en las almendras y en las semillas de sésamo que en la leche. Todos estamos en la comodidad, es mucho más fácil llegar a un súper y comprar los paquetes de leche, zumo y tortitas con chocolate y dárselas a la salida del cole a nuestros hijos que ir a casa y hacer bocadillos de jamón. Jordi dice “es que no tenemos tiempo por la organización social en la que vivimos”, “la vida está montada sobre la inmediatez”. La comida procesada envuelta en plástico no tiene ningún alimento. Comprarla es no cuidar nuestro entorno, no comprar lo del tiempo, no estar conectados a las estaciones... Si viviéramos en Brasil veríamos que los árboles dan frutos Yin, allí hace mucho sol y la temperatura es elevada, en cambio en Alemania o los países fríos hay frutos secos, que son Yang, porque nuestro cuerpo los necesita. Si realmente compráramos lo del tiempo, las fresas en primavera, las naranjas en invierno etc. Nos vendrían muy bien ya que vibran con nosotros y con la época del año en la que estamos. Si consumimos en Navidad cerezas de Chile, esos alimentos no tienen alma, han estado en frigoríficos, han venido en aviones, etc. Aquí tenemos una buena dieta mediterránea, ¿cuántas personas hacen cremas de verduras?, Jordi dice irónico “compramos sopas de sobre y ya está” o bien “preferimos comprar fabada enlatada a hacer un buen cocido con alubias y en 5 minutos ya hemos comido”. Sofía dice si lees los ingrediente hay de todo menos habas. Pero Jordi dice que no tiene tiempo de leer. Sofía insiste en que vale la pena tardar un poco más en el súper y que ella pero si tiene colorantes, etc. no lo compra, “es impresionante por ejemplo como el jamón York lleva fécula de patata, azúcar y lactosa, y ¿dónde está el cerdo”? Somos lo que comemos, dice Montse. Somos “todo”, es importante comer lo que da la tierra en la temporada. Hay menos transporte, menos contaminación. Con la globalización traen cosas de cualquier lugar. Evitaríamos gasto energético y comeríamos mejor. Estamos tan desconectados de nuestro cuerpo que no le damos la importancia que tiene la comida. Si le doy al cuerpo cosas que no energizan, voy a estar más cansada y entonces voy a compensar con azúcar, chocolate etc. Volviendo a los niños estaría bien quedarnos con que no tendrían que comer nada que no les guste. Porque pensamos que si comen lo que quieren van a caer en comer solo chuches, ellos saben lo que les sienta bien. Pero si les hemos dado chuches con 2 años de edad y magdalenas cuando lleguen a los 4 van a elegir eso. También hay que ver lo que hago yo delante de mi hijo, porque puedo no dar ejemplo y comer magdalenas y discursar que son muy malas y luego quiero que mi hijo coma judías verdes. Va a comer lo que tu comas. Si no comes fruta el no va a comer frutas. La violencia que ejercemos con la comida y la nutrición produce muchos desequilibrios. Hay mucha obesidad infantil y en la adolescencia, bulimia y anorexia. La anorexia y bulimia no son más que pulsos a la madre. Es “hasta aquí llegas”. Como dijimos la madre es la nutrición emocional y física. Los hijos decimos “hasta aquí” no vamos a comer, cerramos la boca y mamá no puede pasar, aunque muramos. Como cuando éramos pequeños que controlábamos el esfínter y hacíamos caca cuando queríamos. Desde la BH Laura Gutman ha dado esta visión de conflicto con la madre. Como con la obesidad que necesitamos llenar ese vacío de amor materno y como no nos podemos llenar de mama, ella no nos puede nutrir, nos llenamos de azúcar y así encontramos un falso cobijo. Por eso no tienen mucho éxito las clínicas de recuperación de anorexia. Donde las obligan a comer, pero al salir se encuentran con la misma mamá de siempre que tiene precisamente que seguir controlándolas. Nadie observa que es mamá la que tendría que empezar a dar lo que en 15 años no pudo dar. Solo se ve a la niña que no come. No vemos qué me está diciendo mi hija que no entiendo. Según los adultos el problema está en la niña, la mamá no tiene ninguno y son 5 adultos a controlar una niña. No vamos al origen del trastorno. Pasa con madres muy arrasadoras, que ocupan todo el territorio. Esas niñas que quieren desplegar no tienen espacio y dicen “hasta aquí” y cierran la boca. En el caso de la bulimia pierden la batalla con mamá , la comida, el vinculo con la madre, intentan que no pase, pero pierden la batalla, porque mamá acaba entrando. Jordi entiende pero pregunta si la sociedad influye en esos trastornos. Montse contesta que no tiene nada que ver. Si no todas seríamos anoréxicas. Las madres muy arrasadoras, no respetan los ritmos de los hijos hasta un nivel de arrase tremendo. Mamá controla todo. A nosotros siempre nos gusta poner fuera la responsabilidad y no asumir lo que nos toca. Entendemos que es un concepto novedoso por eso recomendamos “La revolución de las madres” de Laura Gutman. No es la culpa de la madre, es su responsabilidad. Para quien tenga hijos con este problema este libro es esclarecedor. Tomar la responsabilidad de lo que nos corresponde como adultos. La relación con la madre es muy importante. Lo tenemos que asumir cómo mujeres, madres e hijas. Es cierto que hay tallas XXS y algunas nos queremos embutir en ellas y otras no. Lo mismo que unos se deprimen, otros comen mas etc. cada uno tenemos nuestra tendencia, es nuestra manera de salvarnos del vacío que tuvimos de niños. La responsabilidad está en nosotros. Lo que pasa es que buscamos responsables fuera de nosotros: la culpa siempre es de fuera de los maestros, los amigos, la pareja, las redes sociales… no nos gusta ver nuestra parte de sombra, si una madre ve esto tiene que responsabilizarse de lo suyo e indagar. Con la indagación puede mejorar algo y ver resultados. Poner la responsabilidad en cada uno de nosotros exige nivel de madurez y no nos gusta madurar. Somos un ejército de niños vestidos de grandes paseando. Tomar la responsabilidad sobre lo que generamos no nos gusta. No se trata de culpar se trata de responsabilizarnos. En un principio empezamos a ampliar la mirada sobre lo que generamos y eso ya no se pierde, y da para que empecemos a actuar de manera diferente. Estamos muy cómodos en nuestra vida. Indagar es elegir el camino difícil. Por eso hay que mirar amplio porque es doloroso pero a la larga es sanador y a trae paz.

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